domingo, 14 de junio de 2015

POEMA CREATIVO (CREATIVIDAD LÍRICA)

LA RICA HEREDERA CAMBIÓ SU FORTUNA POR DOS VERDADEROS BESOS


Alicia,
esa niña rica, la que tenía todo ese don del gran pequeño poder,
la avaricia le acosaba, estaba ya cerca de su débil y diminuto corazón rojo pálido.

Alicia,
tenía todo el capricho de la mundana existencia, se fue haciendo poco a poco mayor,
su tristeza era cada vez más grande y atormentaba siempre a su débil alma...

Alicia,
encontró en su camino medio rocoso el temido don de aquella vieja desidia,
todo el mundo quería sus ruines billetes del bienestar acostado en el vil material de la amistad comprada.

Pero una mañana, nuestra querida buena Alicia se hartó...
un día, bien entrada la oscuridad de las estrellas, tiró unas plumas de la magia amiga,
muy lentamente acariciaron la noche, en el nuevo alba, ella pidió susurrando a su luna un deseo... algo alado se postró al lado de su inocente alcoba.

Alicia,
tuvo al fin a su hada, la de los cien mil sueños de colores alegres,
le hablaba a su dulce oído y sus palabras acariciaban su atormentado espíritu por la ruin avaricia de los amigos tan extraños.

Alicia,
tuvo a su primera verdadera amistad, una amiga de verdad, conoció la felicidad suprema,
esos sentimientos invisibles en los que los abrazos no cotizan al alza, aquellos que no se pueden comprar con los billetes de la comodidad mundana.

El dulce hada,
fue guiando a nuestra niña hacia el lado de la buena bondad,
le dio a conocer esa amistad sin aquel engaño de la sucia conveniencia.

Alicia,
encontró en el tablero del juego de su nueva vida a tres desconocidos amigos,
cada uno de los chiquillos tenía un problema...

A Juan le faltaba la pierna derecha, a Marta le faltaba sus padres y Antonio su papá tristemente le atizaba en toda su inocencia trucada...

Alicia,
se animó a susurrar algo tímidamente al hada en su oído,
cien mil destellos de los colores más brillantes del arco iris vistieron con elegancia el cielo recién estrenado.

Tres colores, tres, rosa, blanco y morado,
se trasformaron en el aura más protector de la frágil inocencia truncada,
por esta desgracia de un mal sino que se aproxima siempre al más débil y desprotegido corazón del espíritu.

"No te preocupes, Alicia, estarán todos bien protegidos,
con mi magia, oirán los tres la canción del fin de la sucia y mala mirada del destino",
dijo el hada a nuestra buena amiga...

Juan, Marta y Antonio sintieron esa paz interior,
la que jamás tuvo lugar en su corta existencia robada y aún sin estrenar,
aquella que estaba muerta en vida en nuestros tres pequeños niños, vacía y sola...

Alicia,
regaló a esos inocentes nuevos amigos su pequeña gran hada por una larga década, la de los diez años de la dulce bondad,
los tres niños fueron muy felices con su aura de luz rosada y blanca y aquel morado que les daba esa magia de la eterna buena vida.

El hada encontró a Juan una nueva pierna, la prótesis de las nuevas andanzas,
buscó a Marta unos padres de la acogida más cariñosamente amorosa...
diez mil besos por todos aquellos años perdidos y extrañados en sus mejillas antes pálidas por el destiñe de sus tristes lágrimas.

Antonio, el más pequeño tuvo dos regalos,
el maltratador de espíritus de la débil inocencia halló esa sucia muerte sin piedad ninguna,
ese luto que llevaba esperándolo mucho tiempo... su tío segundo le adoptó tras conocer la triste noticia del vació de esos negros y tan engañosos besos y sucios abrazos.

El hada regresó ayer muy tarde...
junto a nuestra ya crecida Alicia crearon una fábrica de sueños,
sería la ONG de las fantasías de los dulces ojos tristemente apagados en vida.

Ellas daban cobijo a la infancia perdida,
esas inocencias truncadas por el mal sino del trucado y sucio destino,
el mágico hada daba un aura con los tres colores, tres, rosa, blanco y morado... vestían el cuerpecillo de cada alma desnuda con el corazón malherido.

Nunca necesitaron ninguna subvención,
les bastaba a la tierna mujer, Alicia y a su hada una sonrisa y dos tiernos besos,
plantados en sus mofletes del cariño regalado por el alquiler de aquella alegría perdida en el lejano horizonte.

Un trágico día llegó...
Alicia lo perdió todo, su fortuna cambió por los versos sangrantes del capricho del destino,
se arruinó en todo aquello que tanto había trabajado, quedó ella vacía por los excesos de su cariño regalado sin coste alguno.

El hada, lentamente, tornó su luz hacia un oscuro final,
el día declaró su retirada a la triste noche, llegó la más temida oscuridad,
las estrellas no brillaron por esos tres días de luto en vida y su luna quedó huérfana sin el amparo de la magia del hada ya muerta.

En su ONG colgaba un sucio cartel con madera vieja,
en él ponía con letra de tinta de sangre: "cierre por muerte de uno de los propietarios de la magia suciamente robada",
llegaron a la puerta de la antigua fábrica de sueños miles y miles de niños, cada uno llevaba una flor de mil luces sacadas de su regalada aura, aquella de los tres colores, rosa, blanco y morado...

En total había más de cien mil flores,
luminosas en esta tardía noche por la petición del perdido y viejo ayer,
los bondadosos y agradecidos almas, donaron su flor cada uno a la cabizbaja Alicia.

Aquellos tres colores de la antigua luz injustamente apagada,
multiplicados por los cien mil inocentes corazones, envolvieron al cuerpo vació de nuestra querida niña,
ahora ya toda una mujer del provecho truncado por su mala gestión de los bienes del cariño, la suerte regresó a los cinco días...

Alicia,
recuperó toda la fortuna del amor perdido y creó otra nueva ONG,
volvió a intentar recuperar todo el dinero de las malas decisiones por dejar todo a la magia del destino, sin más negocios con el sino...

El hada nunca más volvió...
Alicia jamás supo su mágico nombre,
se sentía culpable a menudo por ello al no saber ni cómo se llamaba la única amiga que tuvo en su lujosa infancia tan vacía y tan mísera del verdadero tenue amor.


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