miércoles, 21 de octubre de 2015

POEMA CREATIVO (CREATIVIDAD LÍRICA)

EL ÁRBOL ENVIDIOSO POR EL CORAZÓN ROJO PASIÓN DE SU AMO Y PROPIETARIO


Las ramas del árbol fuerte,
vestían con elegancia la casa baja del galán,
la puerta de entrada a la mansión del yo interior más prestigioso y más feliz.

Las ramas del árbol fuerte,
daban más seguridad y templanza a la morada del joven y guapo nuevo galán,
su destino era oro, lujo y pasión roja...

Todas las tardes,
entrada la oscuridad de las nueve y media, entraba el afortunado sino por la puerta a descansar,
el árbol, mientras tanto, lo observaba con aquel recelo de querer su estima, lo admiraba siempre mucho.

Y las ramas del fuerte árbol...
bailaban al son del aire de la buena fortuna,
silbaban siempre con dulzura o con la braveza del huracán de su silenciosa ira por el rencor de no amar a la dama de su propietario.

Susurraban siempre al oído del joven esas ramas,
tan sumamente angustiadas por la envidia del querer y del latido alegre acompasado dulcemente de su corazón rojo pasión,
Daniel, así se llamaba su dueño, observaba siempre al árbol cada vez que le silbaba la entrada a su dulce morada, aquella del caro bienestar de felicidad algo robada al sino.

Las ramas del árbol fuerte,
vieron subir al amor de Daniel a su cuarto... un traje de la elegancia más corta,
aprovechó bien el envidioso y triste roble el aire huracanado de la pasión y aporreó con esa fuerza del querer ajeno las ventanas de sábanas de seda dulce y amargas para él.

Consiguió así que los dos enamorados bajaran al salón,
bailaron toda la noche... y sus besos y abrazos continuaron también,
"una de mis ramas te doy, Diosa del Viento, si me dejas ser él por tan solo una noche", así citaba la mágica petición del árbol celoso.

Un grito sordo se oyó fuera de la mansión,
Daniel salió a ver qué pasaba en la entrada de su bello jardín verde esperanza,
"es una rama del roble alto, el fuerte aire la ha tirado a la tierra".

Al día siguiente volvió la dueña del corazón rojo de Daniel,
la joven observó algo raro en el mirar de su apuesto amante... era muy profundo en sus entrañas,
subieron a las sábanas, el amargo sabor de seda se convirtió por esa noche en el dulce sabor de las dulces retinas en aquella pasión roja del falso amor.

Su amada era sutilmente mirada desde sus dos metros y medio de altura,
convertidos en esa velada en falso humano,
esa altura algo feliz muerta en su vida más vegetal.

En el alba más temprano,
la chica se fue sin poder encontrar a su amor para los besos tiernos del obligado adiós, el árbol la observaba con mucha ternura,
sus ramas tiernamente la despidieron con el enfado del nuevo aire que le acompañaría en su nuevo lamento por no poder tenerla más...

Pasaron tres veladas y media de romances ajenos,
de esos dos felices enamorados de su querer, tan limpio y tan puro,
el árbol citó una vez más a la Diosa del Viento con una petición desesperada...

Esa noche sin estrellas la luna quedó ciega por la nueva desgracia,
se oyó el ruido fuerte y fresco sordo por la caída de algo alto y muy pesado en su cuerpo muerto de su pasado luto,
Daniel salió corriendo afuera... "es el roble alto, el aire huracanado lo ha cortado por la mitad".

El triste suicidio en silencio del árbol que amó por un día,
aquél que supo perder su vida para no tener más el rencor avaro y tan suciamente injusto,
por no poder tener nunca más el corazón rojo pasión sangrante de la amante de su eterno infiel rival.


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